Otra primavera de París














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Fotos, en orden de aparición...
Blowin, de Catherine Diverrès: ©David Sauveur
Correspondances, de y con Kettly Noël y Nellisiwe Xaba: ©Judith Schönenberger.
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Por Gustavo Emilio Rosales


La Bastilla nuevamente tomada. Al menos trescientos integrantes de cuerpos policíacos de élite, con perros de ataque y vehículos blindados, cerraron los accesos peatonales que desembocan en el famoso monumento, símbolo de las posturas humanistas que impulsaron la Revolución Francesa, la noche del pasado martes 8 de mayo, durante la conmemoración del armisticio de la Segunda Guerra Mundial. Se buscó de esta forma conjurar una nueva descarga de actos masivos de protesta – como los ocurridos la noche del domingo anterior, día de resultados electorales, jornada triste para el amplio sector progresista de París – contra la política ultraconservadora que abandera el hoy nuevo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
Aunque el triunfo de Sarkozy sobre la candidata de la izquierda moderada, Ségolène Royal, era un hecho probable, hasta hace algunas semanas la intelectualidad de París aún guardaba la exigua esperanza de evitar, mediante un activismo discreto, pero persistente, públicamente razonado y que apostó por los fundamentos democráticos de la cultura francesa, que resultara elegido el candidato representante de la avanzada neoliberal que internacionalmente mantiene a las fuerzas de los sectores cultural y educativo congeladas y peleando a la contra. Ahora, la nación francesa se dispone a decidir sus destinos en un tablero social de tensiones encontradas, de enorme expectación política.
Dentro de este marco, en el que se vaticina la agudización de contrastes sociales, comenzó la edición 2007 del mejor festival francés de danza, los Encuentros Coreográficos Internacionales de Seine-Saint Denis, que dirige Anita Mathieu, y que durará hasta el próximo domingo 3 de junio.
“Se trata de un festival de resistencia”, señala atinadamente Alban Richard, coreógrafo participante, quien representa al país anfitrión. “En él se programan propuestas que están fuera del mainstream, y que, por tanto, muy difícilmente articularían en otras condiciones de programación un panorama multinacional.
La especificidad de Les Rencontres (Los Encuentros), como se le conoce coloquialmente al programa en París, radica, en efecto, en su toma de riesgos. No hay por cierto canon con qué medir la “estatura” artística de quienes lo conforman. De seguro sólo existe la noción de que se trata de un poderoso campo magnético para la convivencia y proyección de innovaciones coreográficas.
Bajo este espíritu, Los Rencontres 2007 han presentado funciones de enorme complejidad emotiva y estética. En una de ellas, ubicada en el Espacio 1789 del Barrio Saint-Ouen, uno de los sectores de las afueras de París con mayor índice de violencia urbana y desempleo, las africanas Kettly Noël y Nelisiwe Xaba, representantes de Mali y Sudáfrica, utilizaron el discurso teatral y la improvisación para denunciar con ironía y violencia un abanico de colonialismos fincados en el sexo, la condición de género y los modelos dominantes de felicidad y belleza. Su actuación incendió las imágenes preconcebidas de “la bailarina”, como el ente delicado e ideal que el ballet construyó y aún sigue defendiendo.
Anteriormente, en ese mismo programa compartido, la croata Jasna Vinovaski diseñó para la bailarina alemana Unita Gay Galiluyo un solo vigoroso, que propone una parodia de los bloqueos burocráticos que los inmigrantes padecen en los países dominantes de Europa. Posteriormente, la joven coreógrafa y ensayista francesa Julie Nioche presentó la culminación de su taller con adolescentes que tienen conflictos de atención. Su propuesta, que retoma el mito de Sísifo –condenado a la labor absurda de empujar una gran piedra hacia la cima de un monte, eternamente-, está tejida por la disposición de una docena de jóvenes de distinta procedencia (hay asiáticos, africanos, americanos y europeos), quienes saltan ininterrumpidamente y de maneras distintas a lo largo de los casi veinte minutos que dura una flamígera versión en vivo de The End, de The Doors. El tono dominante de esta experiencia es un estado de trance desde el cual brotan conmovedoras visiones de la fragilidad.
Acciones diversas, como el lanzamiento colectivo de avioncitos de papel y una procesión de boda que también podría ser de luto o de coronación, enmarcan el proyecto coreográfico de Catherine Diverrès, antigua diva de la danza francesa, hoy orientada hacia un exilio de los parámetros que determinan un producto escénico exitoso. Desde el rencor, el desengaño, la pulsión arrebatada, hablan los cuerpos de sus bailarines, quienes apuestan su integridad física a lo largo de un rompecabezas de colapsos, espasmos y vibraciones que paulatinamente esbozan el paisaje no figurativo, pero reconocible, de la infelicidad. Su obra, Blowin, fue uno de los actos fuertes del complejo cultural MC93, de Bobigny, donde también se presentaron As far as, fría pero cautivadora creación para conjunto que se desnuda en plena luz y se viste en total oscuridad, de Alban Richard; Heroïne, un hipnótico solo de la intérprete asiática Su Wen-Chi, diseñado por ella y por el belga Arco Renz, en el que la sensualidad es mostrada y acallada a la vez, como un lance esquizoide; Pneuma 02:05, de la suiza Cindy Van Acker, quien durante más de hora y media presenta un casi insoportable laboratorio escénico de grupos que se desplazan lentamente por el piso, soñando su respiración a ritmo de caracol; y Lost and Found, un descarado recital de canciones del estadunidense Mark Tompkins y el portugués Nuno Rebelo.
La intervención más celebrada en el conjunto MC93 fue la de la joven maravilla del flamenco, Israel Galván, quien desarrolla el espectáculo La Edad de Oro en compañía del cantante Fernando Terremoto (un auténtico alud de intensidades) y el extraordinario guitarrista Alfredo Lagos. Intérprete y coreógrafo de su lance, Galván realiza en él una fina sátira del canon flamenco aún al uso: donde se espera la extensión, proyecta cortedad, en lugar de la apertura saca adelante un giro inesperado, un envoltorio de sí mismo, ahí donde el bailaor se propondría viril, gallardo, él aparece como flaco, extraño o desgarbado. Un suceso.
Sorprende, por inusual, que un festival de danza tenga tanta vida expresada en matices, contrastes; especialmente, ironía. Si tomamos en cuenta a Les Rencontres como un pulso de las nuevas coordenadas coreográficas – y, sin duda, lo es -, habremos de decidir que estas no se encuentran ya más entre los surcos de la pose, el paso o la estructura musical, sino dentro del dominio de las metáforas que provoca al cuerpo a decidir una transformación no pocas veces horrible o irritante, un desfilar sobre el abismo de la locura o el ridículo, como lo hacen la italiana Claudia Triozzi, quien durante una hora realiza micromovimientos que tienen como fin su metamorfosis en el campo de una compleja escenografía, hecha con proyecciones y un enorme tablero de piezas rotativas; o la española Sonia Gómez, quien, al lado de su madre de setenta años, reparte galletitas al público, baila frenéticamente una canción de Tina Turner y analiza sin conclusión poemas de Bukowski.
Y, en todo este universo, que después de mirar tanta danza mexicana que todavía se encuentra enraizada en el modernismo ha de parecer bizarro, pero, en suma y por su misma condición de extrañeza, estimulante, ¿dónde está América? No en el programa, por cierto. Sólo tres latinoamericanos deambulamos, oficialmente acreditados como “observadores”, por los laberintos del tablero construido con lujo de inteligencia por Mathieu: la coreógrafa argentina Mariana Bellotto; Analía Melgar, también argentina, editora de la revista DCO; y quien esto escribe. Al parecer, en 2008 Les Rencontres tendrá como columna vertebral a países de nuestro continente, y la próxima visita de su directora al Festival Internacional “Lila López”, de San Luís Potosí, y al Festival Internacional Cervantino, tendrá como consecuencia el viaje de algún montaje mexicano hacia el mencionado circuito parisino, que anteriormente era un certamen (el premio de Bagnolet) y actualmente es, por la atrevida y astuta visión de su guía, semillero y escaparate de nuevas formas coreográficas, y en este campo la palabra “forma” no tiene que ver con estructura, sino con fuerzas, magnitudes: intensidades que vinculan la poética de cuerpos inconformes.

Resistencia y complacencia

El triunfo de Sarkozy es la elección del ciudadano medio, que teme perder el status que le brindan, entre otros factores, una capacidad de crédito inmediato, seguridad social, un auto y una modesta propiedad. Se trata de un tipo extremadamente individual, para quien sus semejantes – especialmente cualquiera de los numerosos tipos de inmigrantes, que abundan en París - siempre son medios y nunca fines en sí mismos. Estas son apreciaciones recurrentes en el ánimo de algunos artistas o espectadores ligados a Les Rencontres, quienes aprecian que las iniciativas verdaderamente artísticas tendrán que defender duramente su territorio y sus proyecciones ante el avance francés e internacional de la derecha ultraconservadora.
El maistream, según estas visiones, ya está instalado y es difícil de desplazar de sus lugares de poder, dado los amplios presupuestos que recibe (en detrimento, por supuesto, de los programas experimentales o de investigación) y el grado masivo de aceptación pública que tiene, pues las obras que están dentro de él son sumamente digeribles y oscilan entre la hermosura como meta o la ramplonería como sendero para paliar tensiones de la vida cotidiana. Ejemplo del primer polo es Rosas, la compañía de Anne Teresa De Keersmaeker, quien abarrotó el Théâtre de la Ville en un par de programas – reposiciones y estrenos – articulados con lujo de esteticismo. Por otra parte, en el Teatro Nacional de Chaillot, el colectivo de Philippe Decouflé mostró Sombrero, nuevo montaje, mosaico de lugares comunes del entretenimiento chabacano, kitsch, afirmativo, que no tiene absolutamente nada que ver –como, en su momento, con bombo y platillo, lo anunció el periódico mexicano La Jornada (en artículo de la corresponsal europea Alia Lira Hartmann, fechado el pasado 4 de mayo) con el folclor mexicano.